Todo aquel alimento que tiene apariencia similar a la de un alimento convencional, se consume como parte de una dieta normal y, además de su función nutritiva básica, se ha demostrado que presenta propiedades fisiológicas beneficiosas que contribuyen a mejorar la salud y/o reduce el riesgo de contraer
enfermedades crónicas, se denomina “alimento funcional”. Entre algunos ejemplos de alimentos funcionales, destacan los alimentos que contienen determinados minerales, vitaminas, ácidos grasos o fibra alimenticia.
Los alimentos funcionales son al fin y al cabo alimentos, y deben demostrar sus efectos en las cantidades que se consideren normales para su consumo en la dieta. Las propiedades de los alimentos funcionales deben ser probadas y respaldadas por estudios científicos serios, para avalar la veracidad de sus funciones y propiedades.