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El ácido docosahexaenoico (DHA) es un ácido graso poliinsaturado de cadena larga que pertenece a la familia de las grasas omega-3. Resulta fundamental en la salud cardiovascular y, además, puede contribuir a cuidar la visión. El omega-3 DHA se encuentra naturalmente en todo el cuerpo, pero es más abundante en el cerebro, los ojos y el corazón.
Aunque no se considera un nutriente esencial, porque el organismo lo puede producir a partir de los ácidos linoleico (omega-6) y, especialmente, del alfa-linolénico (omega-3), que sí se consideran esenciales (que sólo se pueden obtener a través de la dieta o de suplementos nutricionales), debido a que la formación del DHA a partir del ácido alfa-linolénico es muy limitada (1–5%) y a que las funciones que desempeña sobre el desarrollo visual y neurológico (y sobre otros sistemas) son de vital importancia, actualmente se considera un nutriente condicionalmente esencial en etapas tempranas de la vida.
Los ácidos grasos omega-3 (el DHA y también el ácido alfa-linolénico y el eicosapentaenoico) forman parte de las membranas celulares, por lo que resultan necesarios para el crecimiento y la reparación de las células. Ya que representa aproximadamente el 30% de los ácidos grasos en la materia gris cerebral y el 97% del total de los omega-3 en el cerebro, su papel es fundamental en el desarrollo, crecimiento y mantenimiento neuronal.
No en vano, varias investigaciones han asociado el consumo alto de DHA con un mejor aprendizaje y una mejor memorización. También, algunos estudios han observado que las personas que tienen niveles elevados en la sangre de DHA muestran menos encogimiento cerebral y mejores capacidades mentales. Por tanto, este nutriente ejerce un efecto neuroprotector: su ingesta se asocia con una mayor protección de las funciones cerebrales.
Este ácido graso también se encuentra en gran proporción en la retina (constituye entre un 30 y un 40% del total de ácidos grasos que hay en este tejido) por lo que interviene en la regeneración y mantenimiento de la salud de los tejidos visuales y la visión. De hecho, parece ser que la deficiencia de DHA podría estar implicada en el origen de la degeneración macular asociada a la edad (DMAE), principal causa de ceguera en las personas mayores, aunque hacen falta más investigaciones en esta línea para obtener resultados concluyentes. Por tanto, y según numerosas investigaciones, el aporte adecuado de DHA durante el embarazo y la lactancia, a través de la dieta o como suplementación, produciría beneficios en los recién nacidos, especialmente en las funciones cognitivas y visuales, mientras que una alta ingesta de este mismo nutriente durante el envejecimiento ayudaría a prevenir el deterioro cognitivo.
Aparte, existen muchos estudios que demuestran que el DHA ofrece otros efectos positivos para la salud. Entre estos destaca su efecto protector ante las enfermedades cardiovasculares debido a que contribuye a reducir los niveles de triglicéridos y de colesterol de la sangre, tiene actividad antitrombótica y vasodilatadora, y ayuda a regular la presión arterial y la coagulación sanguínea.
También está probado su efecto antiinflamatorio y su efecto positivo en la respuesta inmunitaria. De hecho, algunos investigadores aseguran que intervienen en la prevención de enfermedades como la obesidad, la diabetes tipo 2, la artritis reumatoide y ciertos tipos de cáncer. Recientemente, algunos estudios también han señalado que tiene un efecto positivo en enfermedades como en el déficit de atención e hiperactividad.
Aceite rico en DHA de microalgas Schizochytrium sp.
Desarrollo cognitivo del bebé.
Desarrollo y funcionamiento del sistema nervioso (declaración autorizada en la Unión Europea (UE): “La ingesta materna de ácido docosahexaenoico (DHA) contribuye al desarrollo normal del feto y del lactante alimentado con leche materna”).
Mantenimiento de la salud cerebral de los niños y los adultos durante toda la vida (declaración autorizada en la UE: “El DHA contribuye a mantener el funcionamiento normal del cerebro”).
Posible papel del DHA en algunos trastornos de la conducta y el estado de ánimo que afectan tanto a niños como a adultos.
La función y el desarrollo visual del bebé (declaraciones autorizadas en la UE: “La ingesta de ácido docosahexaenoico (DHA) contribuye al desarrollo visual normal de los niños hasta los 12 meses de edad” y “La ingesta materna de ácido docosahexaenoico (DHA) contribuye al desarrollo normal de los ojos del feto y del lactante alimentado con leche materna”)
El DHA contribuye a la salud ocular de los adultos (declaración autorizada en la UE: “El DHA contribuye al mantenimiento de la visión en condiciones normales”).